martes, 25 de noviembre de 2008

Regreso a medias

Estoy en conflicto; regresar aunque sea por unos días a mi ciudad me saca de onda. Sí, estoy avanzando muchísimo en cuanto a lo profesional y lo individual; Perla, Mamá Susana, Antonieta, Roberto, AppleBox, Dude, largas horas de pedaleo, todos están aquí y me hacen feliz, especial, sentirme agradecido. ¿Allá? Una vida construida en casi tres años y que hoy me hace falta.

Necesito encontrarle un equilibrio, y es en parte por ello que estaré allá. Es muy difícil no tener todo lo que quiero en un sólo sitio. Regreso con mustias 96 horas para redescubrirla y reecontrarme en ella.

Pé, sabes que me pesa horrores el no me acompañes. Ya nos tocará un viaje así a los dos, juntos. I'm not leaving you behind. 
Te llevo dentro.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Enero

El 2008 me llegó dormidísimo; hacía mucho tiempo que no tomaba tanto sol y jugo de mango, frente al mar. Siete años casi. Vi a Papá y Mamá recién, en pleno invierno coahuilense, de ésos que te calan en las orejas y pese al frío los vi bien, contentos y con grandes esperanzas para los siguientes doce meses. Mis hermanos menores aún estirándose en todas direcciones.

Ro y Esu estaban conmigo en la vallartense playa y fue nuestro primer viaje juntos. Regresando a México, la señora administradora en la agencia se pone sus moños porque no le lamo sus feas botas y hace berrinche con el juniorcín del dire; "Gracias, pero ya no." Fue genial: no más estar aguantando la peste del cigarro del aviador compañero de al lado ni las jetas administrativas. Lo malo, adiós a mi quincena sustancial, a una MacPro que más bien parecía un jet, a Daniel, Mariana y Marcela. Comer con ellos era la onda, ya fuera en la oficina aguantando chistes de la recepcionista o en la fonda de los arbolitos o hasta el atascón pozolero de cada viernes allá pasando la torre de Pemex. Mi estadía profesional frente a la embajada boliviana (llegué a idear atentados muy tetos para hacerla de emoción), fue corta.

La Anzures no es TAN bonita para un trabajo así. Me gustaba poder llegar por Thiers cruzando Circuito y la Juárez hasta la Cuauhtémoc. Si me venía en gana caminaba hasta la Escandón, para desquitar las galletotas que me comía cada matin. O pasaba y aplicaba el tan in caramel macciato por algún café sirenita de esos de +40 pesos el favor.

Un conecte por hi5 (a esas alturas, súper forever ante mi rimbombante caralibro) insistía como por quinta ocasión y ya nomás para que dejara de molestingar, cedí.

Para entonces Hayes, The Delays y mi propia Mac en casa eran mis delirios. Nelson y Ä, siempre constantes.