Fue una mancha de tiempo de la que sólo distingo los extremos.
Cumple de Mamá ("Que te la pases rebonito, Má. Qué pena que no pueda ir a verte. Comeré una torta de tamal en tu nombre."), visita de pueblo en pueblo hasta el Paso de Cortez a las faldas del Popocatépetl (fotos increíbles, mucho frío, llanta ponchada porque aquel tipito anduvo de pinche farol), visita de I al departamento (bromeó diciendo que mi crema de cilantro parecía pipián); muy equis la neta sea dicha y una visita exprés que se tornó de dos semanas a Saltillo (previo accidente en carretera y un esguince fatal en el cuello).
Para entonces andaba clavadísimo con la Kelly y sus tetérrimos videos de Shoes y Let Me Borrow That Top y grabando las reacciones a Two Girls One Cup, mareado de risa. Para entonces, descubrí a The Hoosiers, Athlete, The Noisettes y las gorditas de maíz azul con requesón, nopales, haba y frijol, allá frente a la casa. Ñam, ñam.
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